Caputo en modo electoral: No va a comprar dólares vía el Tesoro
El ministro de Economía Luis Caputo decidió interrumpir las compras de dólares mediante block trades, una medida que busca evitar la inyección de pesos en plena campaña electoral.
El ministro Luis Caputo en el programa Las 3 Anclas |
Luego de conocerse el dato de inflación de julio —apenas 1,9% a pesar de una devaluación del 13,6% que llevó el dólar de $1215 a $1380— el Gobierno se mostró decidido a contener el tipo de cambio, que había escalado hasta los $1380. El argumento oficial es claro: no quieren alimentar la inflación justo cuando intentan sostener el relato de desinflación.
Sin embargo, detrás de esta decisión se esconde una contradicción profunda. Mientras suma medidas para evitar presiones inflacionarias, incumple de forma sistemática las metas pactadas con el Fondo Monetario Internacional.
El Banco Central no compró dólares porque el tipo de cambio no alcanzó el techo de la banda cambiaria. Pero tampoco cumplió con las metas de reservas internacionales netas (RIN) acordadas con el FMI. En paralelo, Caputo optó por un camino alternativo: acumular dólares vía el Tesoro a través de los pesos obtenidos en el superávit fiscal. A través de operaciones bilaterales en bloque, el Tesoro logró reunir USD 1.500 millones, pero ahora decidió frenar esa estrategia para evitar inyectar pesos en la economía.
El razonamiento detrás de esta decisión es claro. Si el Tesoro compra dólares, inyecta pesos. Esa expansión monetaria tiene dos efectos inmediatos: por un lado, aumenta la oferta de dinero y presiona a la baja la tasa de interés. Si la tasa baja, los ahorristas se deshacen de los pesos y buscan cobertura en dólares, lo que presiona al alza el tipo de cambio. Por otro lado, según la lógica del equipo económico, un aumento en la cantidad de dinero también podría acelerar la inflación. Ambas consecuencias atentan contra el eslogan oficial de estabilidad justo antes de las elecciones legislativas. Por eso, el objetivo inmediato es planchar el dólar en torno a los $1300.
La estrategia oficial se apoya en una política de tasas de interés cada vez más agresiva. En pocas semanas, el Tesoro pasó de pagar 29% a tasas cercanas al 70% para financiarse a un año. Esta suba funciona como una aspiradora de pesos, destinada a frenar la dolarización de carteras. Pero el resultado es una economía que se comporta como una olla a presión: la suba del dólar en julio, que había ilusionado al sector agroexportador y parte de la industria nacional, se evapora por el efecto de las tasas.
En la última licitación de deuda en pesos, el Tesoro apenas logró renovar el 61% de los vencimientos, dejando un bache financiero de $5,7 billones. A pesar de ofrecer instrumentos más largos y tasas elevadas, los bancos priorizaron liquidez.
La pax cambiaria, sostenida artificialmente en torno a los $1300, se vuelve cada vez más frágil. El Gobierno está jugando con fuego: sube las tasas para contener el dólar, pero deja sin renovar deuda, incumple metas con el FMI y tensiona al máximo el sistema financiero. Todo para sostener una narrativa de estabilidad que, como una olla a presión, puede explotar en cualquier momento.