La nueva trampa de la deuda en pesos: tasa más alta y vencimientos cortos

El Gobierno argentino eleva la tasa de interés en sus colocaciones de corto plazo para absorber liquidez en pesos, siguiendo la estrategia recomendada por el FMI: menos indexación y más títulos a tasa fija, aún cuando los riesgos financieros se multiplican.

El ministro de Economía, Luis Caputo junto al Presidente del BCRA Santiago Bausili

La tasa de interés que paga el Tesoro argentino por la emisión de deuda en pesos de corto plazo —canalizada a través de LECAP y BONCAP— está en aumento. Este incremento no solo responde a la necesidad de absorber liquidez, sino también al cambio en la estrategia financiera del Gobierno, disminuir el tamaño de la deuda a tasa variable compuesta por los títulos indexados por inflación (CER) y por tipo de cambio. Esta nueva estrategia, sugerida por el Fondo Monetario Internacional (FMI), busca consolidar un perfil de deuda a tasa fija, aunque conlleva mayores vencimientos en el corto plazo y un riesgo financiero creciente.

En las licitaciones de julio, el Tesoro se vio obligado a pagar un premio mayor para captar fondos en pesos. Esto se dio en el contexto del desarme de las LEFI, reemplazadas por LECAP con vencimientos concentrados, una jugada que habría sido subestimada por el equipo económico. Si bien muchos analistas anticipaban una baja en las tasas, el rebote fue inmediato. La baja de inflación resultó insuficiente frente a las crecientes expectativas de corrección cambiaria, lo que obligó al Tesoro a pagar rendimientos más altos para sostener la demanda de deuda doméstica.

Además, al rollear más del 100% de los vencimientos en pesos, los intereses se capitalizan, lo que incrementa el stock total de deuda de manera acelerada. Hoy, al tipo de cambio oficial, la deuda en pesos a tasa fija ya supera el monto que Argentina debe al FMI.

La reciente suba, explicada por la necesidad de pagar un mayor premio ante el desarme de instrumentos indexados y el riesgo cambiario latente, podría encajar en una onda B vertical, en términos de análisis técnico. Pero si el Gobierno logra consolidar un entorno de mayor estabilidad, acumulación de reservas y credibilidad macroeconómica, no se descarta una nueva fase de tasas a la baja, alineada con un ciclo de normalización financiera.

La incertidumbre por el resultado de las elecciones legislativas parece jugar un papel secundario frente al verdadero termómetro económico, que es la acumulación de dólares en el Banco Central. Si el tipo de cambio oficial se acerca al techo de la banda cambiaria, se incentivan las exportaciones sin frenar el ritmo de importaciones, logrando un superávit comercial “tranquilo”.




No obstante, la clave está en no atrasar el tipo de cambio. Con la próxima temporada alta de liquidación agroexportadora todavía lejana, un dólar atrasado aumentaría considerablemente la probabilidad de un salto abrupto en su cotización. Esta corrección licuaría parte de la deuda en pesos a tasa fija, aliviando el pasivo en términos reales pero generando tensiones sobre precios, reservas y expectativas del mercado.


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