A través de negociaciones con Estados Unidos, el Gobierno argentino busca un nuevo swap de monedas para sostener el tipo de cambio sin emitir deuda.
En medio de una corrida cambiaria que puso en jaque el esquema de bandas, el Gobierno argentino volvió a recurrir a una herramienta que, aunque técnica, tiene implicancias políticas y geoeconómicas profundas: el swap de monedas. Este mecanismo, que permite al Banco Central acceder a divisas extranjeras sin emitir deuda directa, se ha convertido en un recurso fundamental para sostener la arquitectura monetaria vigente.
¿Qué es un swap de monedas?
Un swap de monedas es un acuerdo entre dos bancos centrales para intercambiar temporalmente sus respectivas monedas. En términos prácticos, Argentina entrega pesos y recibe yuanes o dólares, según el convenio vigente. Al finalizar el plazo, se revierte la operación con los intereses pactados.
A diferencia de un préstamo tradicional, el swap no genera deuda soberana directa ni exige condicionalidades explícitas. Sin embargo, su uso frecuente revela una fragilidad estructural que no puede ignorarse.
El swap con China
El acuerdo con el Banco Popular de China, vigente desde hace más de una década, ha sido ampliado en sucesivas etapas. Actualmente, permite al BCRA acceder a más de 18.000 millones de dólares equivalentes en yuanes, aunque no todos están habilitados para uso inmediato.
En Abril de este año, el Gobierno argentino debió activar todos los mecanismos posibles de financiamiento para cambiar el régimen monetario y cambiario, a uno nuevo con bandas cambiarias. En ese sentido, el BCRA y el Banco de la República Popular de China llegaron a un acuerdo para renovar el total del tramo activado del acuerdo de SWAP de 35.000 millones de yuanes, que son equivalentes a 5.000 millones de dólares. La activación de este tramo debía comenzar a reducirse a partir de junio de 2025, por lo tanto, el BCRA lo seguirá manteniendo a disposición en su totalidad hasta mediados de 2026.
Según el comunicado del BCRA, estos 5.000 millones de dólares reducirían los riesgos en su transición hacia un régimen monetario y cambiario, consistente y sostenible, en un contexto internacional desafiante para los flujos de capitales externos.
La operación resulto indispensable para evitar una devaluación abrupta, aunque no exenta de costos ya que el uso de yuanes implica restricciones operativas y dependencia comercial con China.
El swap con Estados Unidos: geopolítica en estado puro
Ahora bien, cinco meses más tarde, el esquema de bandas cambiarias mostro sensiblemente su vulnerabilidad, y en medio de una crisis económica y financiera, el presidente Donald Trump ofreció al gobierno de Javier Milei el acceso al Fondo de Estabilización Cambiaria, que incluye un swap de monedas con el Tesoro estadounidense. Esta jugada redefine el mapa de alianzas internacionales.
El swap permitiría al BCRA acceder a dólares sin pasar por el FMI ni emitir deuda soberana. Sin embargo, el acuerdo aún está en fase de negociación y su implementación dependerá del resultado de las conversaciones entre Luis Caputo y Scott Bessent.
¿Solución o parche?
El uso de swaps permite ganar tiempo, pero no resuelve los desequilibrios estructurales. La economía argentina sigue enfrentando una inflación persistente, una brecha cambiaria creciente y una caída de reservas que pone en jaque cualquier intento de estabilización.
“Los swaps son como oxígeno prestado. No curan la enfermedad, pero permiten que el paciente respire mientras se decide el tratamiento.”
En el tablero económico argentino, los swaps de monedas se han convertido en piezas fundamentales para sostener un modelo que hace agua por todos lados.
¿Son herramientas útiles?
Si, por supuesto, no hay dudas. No obstante, deja en evidencia las señales de una dependencia externa que realmente exige reformas de fondo. Mientras tanto, el Gobierno juega a dos puntas entre Washington y Pekín, buscando divisas para evitar el colapso.