El menor ritmo inflacionario choca con servicios en alza y salarios deprimidos

En mayo se registró deflación en todos los índices mayoristas, lo cual es una buena noticia. Sin embargo, la escasez de pesos y el aumento de los servicios siembran dudas sobre la mejora del bolsillo de los argentinos.


En este tramo del año, la desaceleración de la inflación minorista se está consolidando, pero trae consigo una paradoja negativa: aunque los precios aumentan a un ritmo menor, esta tendencia aún resulta insuficiente para mejorar el bolsillo de la mayoría de los argentinos.

¿Por qué? 

Tal como vengo manifestando desde este espacio, el gobierno esta cumpliendo las metas que se había propuesto para absorber la mayor cantidad de pesos posible y la escasez de pesos es una realidad. Los gastos del gobierno han sido reducidos drásticamente, las licitaciones de deuda en pesos son tan exitosas que la secretaria de Finanzas se da el lujo de absorber más pesos de la economía y hasta comprar bonos AL30 y GD30 para cancelar deuda en dólares.

Con los datos de inflación minorista y mayoristas sobre la mesa, es muy claro que la desaceleración inflacionaria fue más potente en los datos mayoristas.

El IPIM, que mide la variación de los precios a los que productores e importadores venden en el mercado interno (incluyendo impuestos), registró en mayo una deflación del 0,3%. Dentro del índice, los bienes de producción nacional no mostraron aumentos, mientras que los bienes importados tuvieron una caída del 4,1%

La variación anual del IPIM, o sea, la inflación mayorista de este índice es del 22,4%, que si la comparamos con la variación del IPC en el mismo periodo, es del 43,5%, siendo la minorista prácticamente el doble que la mayorista.

En ese contexto, el bolsillo de los consumidores argentinos continúa fuertemente afectado. Aunque la inflación minorista se desacelera —registrando un 1,5 % en mayo—, sigue siendo positiva y está impulsada principalmente por el incremento de los precios en los servicios, que aumentan a un ritmo muy superior al de los bienes.

Esta dinámica reduce la capacidad de compra de productos, lo que a su vez impacta negativamente en el sector productor de bienes, que no logra mantener ni expandir sus niveles de producción. Como consecuencia, se genera un círculo vicioso: menor demanda, menor producción, ausencia de nuevos empleos y menor poder adquisitivo.

Para ponerlo en números, según lo publicado por CAME, en mayo, las ventas minoristas pymes registraron una caída interanual del 2,9% a precios constantes. En la comparación mensual desestacionalizada, se observó un descenso del 0,7% respecto a abril.


>>>Ver nota La inflación en mayo es del 1,5%



A diferencia de otros rubros, el sector servicios que compone el índice minorista viene registrando aumentos por encima de la inflación mayorista compuesto solamente por bienes, lo que afecta directamente la capacidad de compra de bienes por parte de los consumidores. En este contexto, vale destacar que el incremento del 4,2% en la energía eléctrica durante mayo —reflejado en todos los índices mayoristas— evitó que la deflación fuera aún más pronunciada.

Uno de los factores clave para mejorar la competitividad de las empresas, reducir aún más la inflación y fortalecer el poder de compra de los hogares, es lograr una baja sostenida del costo de la energía eléctrica. Si bien este rubro estuvo rezagado durante años, su reciente y veloz recuperación de precios puede ir en contra de esos objetivos.

Hacia adelante, la presión para reducir la inflación continúa siendo intensa: menos pesos circulando, salarios deprimidos y una inflación minorista que aún duplica a la inflación mayorista interanual. A esto se suma un régimen de bandas cambiarias en el que el dólar flota en torno a los $1200. Todos estos factores apuntan a una desaceleración sostenida de la inflación minorista; sin embargo, persisten las dudas respecto de una mejora significativa en la competitividad y en la generación de empleo.

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